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Hacia las once de la mañana de un día soleado en el Hogar Guadalupe , se encuentra Jairo Cardona un hombre de 64 años de contextura gruesa, piel trigueña, que sentado en una silla de ruedas  refleja  en su rostro la tristeza que siente por el abandono  de su único hijo, quien desde hace tres meses  lo interno allí  y no se ha acordado un solo día de él. El único medio que los une es un pequeño celular viejo por el cual se comunica una vez cada dos semanas.  Su situación de salud no es la mejor, sufre de artrosis y traumatismo, motivo por el cual llego al hogar para ser cuidado y respaldo con los medicamentos necesarios para sobrellevar la enfermedad. Entre risas Jairo comenta que  la calidad de vida que le dan es buena, las comidas son bien preparadas pero lastimosamente  escogió llegar a este lugar solo por  resignación.

Es el menor de 3 hermanos, su madre murió  cuando el tenia 11 años, razón por la cual  llego hasta tercero de primaria sin poder culminar sus estudios. Desde el fallecimiento tanto el como sus hermanos quedaron en manos de varios familiares, rodando de casa en casa hasta conseguir un trabajo que les diera una calidad de vida. Hoy por hoy solo un hermano se acuerda de el en su situación de salud y cuenta el que es la única visita que recibe al mes en el hogar, por lo tanto la soledad lo esta agobiando.

Carlos Alberto Muñoz Salazar, un hombre que lleva diez meses en el hogar Guadalupe por su grave estado de salud debe convivir a diario con un tratamiento para sobrellevar el epoc y la asfixia que desde hace nueve años posee. Ha estado hospitalizado en varias clínicas de la ciudad como: Santa Sofia, clínica San Marcel, Hospital De Caldas, Clínica San Isidro y la Clínica de Villapilar en donde en una de estas tuvo una recaída fuerte que lo llevo a estar en cuidados intensivos dos meses. Cuenta que vio “el túnel” ya que estuvo a punto de perder la vida, luego de superar esta crisis en la clínica San Marcel le hicieron todos los tramites para que fuera recibido en el hogar y la alcaldía cubriera todos sus medicamentos, sobre todo las pipas de oxigeno permanentes que es la parte mas costosa de su tratamiento y la cual lo mantiene con vida.Este hombre de 66 años ama la soledad, nunca se caso ni tuvo hijos. Su madre murió hace más de 40 años y su padre hace 35 años y aunque tiene hermanos, cuñados, sobrinos siempre ha vivido solo. Desde que esta interno allí son muy escasas las visitas que recibe. Sus estudios fueron hasta sexto de bachillerato ya que decidió no culminar por dedicarse a trabajar en una joyería haciendo alhajas, lo que considera que mejor hace en la vida.Antes de poseer esta enfermedad su debilidad era el alcohol y el cigarrillo ya que diario se fumaba dos paquetes y en estado de embriaguez podía fumarse entre cuatro y cinco. El asegura que esta enfermedad que hoy por hoy lo abruma se debe a los grandes vicios que no pudo dejar si no hasta que todo esto le pasara.

 

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